Soledad, vértigo, miedo..El antídoto de la Escoba.

«Toda la desdicha de los hombres se debe a una sola cosa, la de no saber permanecer en reposo en una habitación».

«Miraba la nada, estaba triste, y de pronto sentí un cosquilleo, así como un hormiguero en los píes, en la planta de los píes…Empezó a subir, subir y subía por la pierna hasta la rodilla; se instala en la rodilla el cosquilleo, y sigue, sigue, subiendo hasta la cintura, y se instala ahí…¡¡Chao!! …¡¡me voy a morir!!, me agarró pánico, miedo, ¡¡me lleva la muerte!!.
Siento cómo una desesperación por lo que me pasa, y veo ¡¡una escoba!!, así que la agarré y me puse a barrer frenéticamente; limpiaba, limpiaba y limpiaba….barro, barro y barro!!, hasta que empecé a calmarme, a sentirme mejor, hace cinco minutos pensaba que me iba a morir y ahora estaba empezando a juntar hojas; una hoja, otra hoja, otra hoja; y así hice un montoncito, un montoncito lindo; y me pareció que le estaba dando «sentido a mi vida».

la escoba

En el mundo cuántico las cosas no tienen que quedarse quietas, puedes estar en varios sitios a la vez; así que…………

Entre mis búsquedas, y múltiples quehaceres diarios «medio vacacionales»; producto obligado de este confinamiento,  me otorga un tiempo extra esta pandemia mundial, así que un buen día cenando me cayó entre las manos de forma casual un film argentino del 2018 (El amor menos pensando) de Ricardo Darín, donde en un par de diálogos entre alguna que otra escena, recompensó con gratitud la atención del valiosísimo tiempo que le dedicaba, y si lo recalco así de esta manera, será que nuestro viaje tan solo coexiste billete de ida; no de vuelta. Ya que el tiempo así como nuestras búsquedas cada vez se nos viene infinitamente pequeño.

No es un film de culto para cinéfilos o para guardar en listas de «preferidas», pero se deja ver con ciertro agrado, ya que el entramado guionista seguramente buscó introspectivamente el más corriente reflejo del espejo emocional actual, muy acorde a las «películas» y creencias, vértigos, miedos, vacío existencial que seguimos teniendo como humanos; no cómo máquinas.

Hay una frase del film que se filtra por el medio que me encantó; «No hay nada más pornográfico que la felicidad». Sí, me estremeció y a su vez me hizo reír un buen rato; aunque cada cuál la podrá interpretar a su libre albedrío, con su propio poso y bagaje emocional. Seguramente muchos la habrán buscado o la sigan buscando, quizás estuvo o está ahí sigilosamente a nuestro lado; quizás en minúsculas dosis. Y si existe, ¿sabríamos mirar para ella?..¿sentirla?. Y entre danza y danza de esta alegoría efímera, quizá solo se logre alcanzarla estando en tu propio centro.

Retomando el film el cuál me hizo escribir estas líneas, alzo mi copa y me quito el sombrero a la escena del diálogo (la pondré para finalizar) que tiene Darín con su padre, donde lleva implícitas metáforas bien claras; dignas de recordar, así que me bajé la película para montar y recrear el clip de este magnífico diálogo tan diáfano, y de paso rememorar la famosa cita de Blaise Pascal, que recurrentemente está volviendo a resonar en estos precisos momentos de confinamiento total.

Cierto que el final de la película era esperado; se le veía venir, aunque el espejo de la realidad generalmente se difumina en pinceladas más agrias, y no siempre acaba para todos de la misma manera. Con todo esto, tampoco pretendo recomendarla, pero personalmente siento que bien se merece revivir la escena de este valioso diálogo de cuatro minutos; una simple metáfora aplicable para diferentes ámbitos de nuestras vidas.

….Aveces perdiendo el tiempo estando atento; se gana tiempo.

Filósofo, científico y genio matemático el francés Blaise Pascal fue un hombre precoz en muchos campos, inventor de la «rueda de Pascal», una especie de calculadora; autor de la teoría de probabilidad,  fluidos, la presión, el vacío, etc.

Los últimos cuatro años de su existencia dejó plasmado 1.993 fragmentos filosóficos, sin acabar ni ordenar. En sus celebres frases  que se podian estar dias y horas escribiendo, me llamó la atención estas dos; aparte del tema de hoy de «la desdicha de los hombres se debe a solo una cosa, la de no saber permancer en reposo en una habitación».

«Cada cual finge un Dios a su medida».

«Uno debe conocerse a sí mismo. Si no sirve para descubrir la verdad,   al menos es una buena norma de vida».

 – Me despido con la Cita y el fragmento de Pensamientos, de Pascal.

Cuando alguna vez me he puesto a considerar las diversas agitaciones de los hombres y los peligros y trabajos a los que se exponen en la corte, en la guerra, de donde nacen tantas riñas, pasiones, empresas aventuradas y a menudo con mal fin, etc., he comprendido que toda la desdicha de los hombres se debe a una sola cosa, la de no saber permanecer en reposo en una habitación. Un hombre que tiene lo suficiente para vivir, si supiese quedarse en casa con placer, no saldría de allí más que para embarcarse o para vivir el asedio de una plaza. Si se compra un grado en el ejército a buen precio es porque resulta insoportable no moverse de la ciudad; y si se busca el rato de los demás y las diversiones de los juegos es porque no sabe permanecer en su propia casa placenteramente.
Pero cuando profundizo más en la cuestión, y después de haber encontrado la causa de todas nuestras desdichas, quiero descubrir su razón, advierto que existe una muy efectiva que estriba en la desdicha natural de nuestra condición débil y mortal y tan desventurada que nada puede consolarnos cuando pensamos detenidamente en ella.
De ahí que el juego y la compañía de las mujeres, la guerra y los altos cargos sean tan deseados. No porque proporcionen efectivamente la felicidad ni porque nadie se imagine que la verdadera dicha consiste en tener el dinero que se puede ganar en el juego, o en la liebre que se persigue: todo eso se rechazaría si nos lo dieran. No es su goce lo que nos atrae, ni los peligros de la guerra, ni los conflictos de los cargos, es el aturdimiento que nos evita pensar en nosotros y que nos divierte.
Por eso los hombres gustan tanto del ruido y de la agitación, por eso la cárcel es un suplicio tan horrible, por eso el placer de la soledad es algo que no se comprende.

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